Era una vez una mujer muy bonita, su nombre era Saray y era casada con Abran ellos vivían en lugar llamado Ur. Las personas que vivían allí adoraban a otros dioses hechos de madera piedra, pero Saray y su esposo creían en Dios. Niños, Dios dijo a Abran para que saliera de aquella ciudad e ir a otra ciudad que Él le mostraría, y ellos obedecieron. Dios prometió que lo bendeciría y haría del padre de una gran nación. Saray siempre apoyó a Abran.
Pero como el sería padre de una gran nación, se Saray no podría tener hijos: Pero él no se preocupo, pues confiaba en el Dios que había hecho la promesa. Mientras estaban de viaje, Dios dijo nuevamente a Abran que él iba a tener un hijo y para continuar confiando en Sus palabra, cambio el nombre de Abran para Abrahán, que significa “padre de mucha gente”. Dios también cambio el nombre de Saray para Sara y la bendijo diciendo que ella seria madre de muchas naciones, y que habría reyes en medio de su descendencia. Abrahán y Sara se quedaban cada vez más viejitos y aún no tenía hijos. Pero un día, dos ángeles aparecieron para Abrahán. Antiguamente, los ángeles traían consigo mensaje de Dios para las personas, pero hoy en día, Dios usa sus siervos, para hablar con nosotros. Ellos dijeron que Sara, mismo teniendo 90 anos, tendría un bebe.
E así aconteció, y ella iba a tener un varoncito que sería llamado de Isaac. El bebe creció lleno de salud y era la felicidad de aquella casa, pero Dios decidió probar la fe de Abrahán, y pidió que le ofreciera su hijo como ofrenda. Abrahán había esperado mucho tiempo para ser padre, y en aquel momento Dios estaba pidiendo que el sacrificara su único hijo. Abrahán no tuvo miedo y obedeció, probando que amaba Dios ácima de todo. Abrahán se preparo y fue con su hijo al monte que Dios había dicho. Y cuando él iba a sacrificar su hijo, Dios le dijo que no hiciera eso, pues, de aquel momento en adelante, ¡El tenia certeza que Abrahán lo amaba mas do que todo! Abrahán miro hacia tras y vio un cordero. El agarro el animal y lo sacrifico a Dios.
De vez en cuando nosotros oramos y lo que pedimos parece estar tardando demasiado para acontecer. Sepan, pues, que, no importa cuánto tiempo lleve, pase lo que pase, si nosotros somos fieles seremos respondidos, así como Dios bendijo a Sara y Abrahán. Ella recibió el milagro y se torno una madre. Cuando Isaac creció, él se caso, tuvo dos hijos, Esaú y Jacob, que tuvieron muchos hijos, y así la Palabra de Dios se cumplió en la vida de Sara y Abrahán. El se torno padre y ella madre de una gran nación.
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