Dios no llama a quien no cree. No pierde tiempo con incrédulos, arrogantes y desobedientes. Él llama solamente a los que dicen: heme aquí. Fue así en el pasado, es así en el presente y será así en el futuro. Abraham oyó la Voz de Dios y obedeció; Moisés también oyó y obedeció; Josué oyó y obedeció; Gedeón oyó y obedeció. Pedro, Santiago, Juan, Pablo y todos los demás llamados también obedecieron. Todos los que confiaron en Él obedecieron. Reflexionando acerca de cada uno de ellos pregunto: ¿Cuál de ellos se perjudicó obedeciendo la dirección Divina? Ninguno. ¿Será que esa Voz se calló?¿Será que Dios se cansó de llamar? Cuando no haya nadie más en este mundo dispuesto a obedecerlo, entonces Su Voz se callará. En este momento, mientras que usted lee este texto, el Espíritu de Dios lo llama por su nombre. ¿Y? ¿Va a continuar en el pecado cerrando sus oídos a la dulce Voz de Dios? ¿Cuál ha sido su ganancia en esta vida equivocada que ha vivido? ¿Está cansado(a) de vivir así? ¡El Espíritu de Dios lo llama AHORA! Aproveche este momento de aflicción, busque un rincón, aunque sea en el cuarto de baño, y responda:
¡HEME AQUÍ ESPÍRITU SANTO!
¿QUÉ QUIERES QUE HAGA?
¿QUÉ QUIERES QUE HAGA?
Y cuando usted menos lo espere, el Espíritu Santo le va a responder personalmente.
Aguárdelo.
Aguárdelo.
“No me elegisteis vosotros a Mí, sino que Yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en Mi nombre, Él os lo dé.” Juan 15:16
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