De repente, te sientes acorralada por todas partes y no hay nadie que te pueda ayudar. Oras, pero tus oraciones se resumen en lágrimas y te preguntas si Dios las escucha. Buscas un consejo, pero parece que nadie entiende lo que te está pasando.
Parece que no hay luz al final del túnel. ¿Por qué? ¿Qué he hecho para merecerme esto? ¿Cómo puedo vivir así? Confíe en Dios. ¿ No es eso lo más difícil de hacer cuando parece que todo se viene encima de nuestra cabeza? Tan fácil de enseñar, pero tan difícil de practicar…
Aun así, ésa es la única opción correcta cuando los días, meses y años de oscuridad parecen no tener fin. La impresión que tenemos es que los problemas se unirán para atacarnos y nos volvemos más vunerables. Incluso así, pensamos que todavía podemos hacer algo para solucionar la situación - parece que nunca aprendemos la lección. ¿Cuántas veces hemos salido victoriosas? Mira al frente y responde a esas preguntas.
Por mucho que no lo queramos admitir, nosotras no tenemos todas las respuestas que necesitamos sin la ayuda de lo alto. La ayuda que necesitas sólo puede venir de lo alto. Por eso, la confianza es el tipo de sentimiento que necesitas cultivar en tu corazón, ya sea en relación a la vida sentimental, familiar o física.
Es inútil tener mucha fe y no poseer el elemento que sustenta esa fe: La CONFIANZA. Confía tus problemas en las manos de Dios educadora, y no permitas que destruyan tu vida, haz como Ana y no dejes que tu semblante quede triste nunca más. (1 Samuel 1:11)
¡Que Dios me la bendiga!
No hay comentarios:
Publicar un comentario