La Sabionda

¡Hora de salida en el colegio! El timbre sonó y allá iba yo (como de costumbre) en dirección al ómnibus de la escuela que llevaba y traía a la mayoría de los estudiantes diariamente.
Fui caminando con mi amiga por la escuela hasta llegar cerca del autobús que me llevaría. Estaba todo muy bien… me despedí de ella y dije:
-          “¡Chau, Silvia!”
Fue entonces que ella me miró con cara de escarnio y dijo:
-          “¡Ah, cierto!… Me olvidé de que tienes que ir en el autobús de la escuela a casa… jajajaj…  ¡No sabes ni tomar el ómnibus sola!”
-          “¿Qué tiene eso de malo?”, pensé yo.
¡Tenía 10 años de edad!!! Ella se iba sola porque vivía cruzando la calle, pero yo vivía más lejos.
Pero, pensando en no quedarme atrás, respondí rápidamente:
-          “¡Claro que no, Silvia! Yo voy en el ómnibus de la escuela porque quiero, ¡pero sé muy bien andar en ómnibus sola! Voy a probarte eso mañana”. Respondí mostrando autoconfianza.
Me fui para casa pensando cómo podía hacer para salir de esta, al fin de cuentas, ella tenía razón: Yo no sabía tomar el ómnibus sola L ay, ay, ay!! ¿Y ahora? Llegué a casa y tuve una idea…
-          “¡Paaaaaaaa, me tienes que ayudar! ¡Es urgente!
-          “Mañana, necesito volver de la escuela en ómnibus normal (no el del colegio) y tú tienes que estar del otro lado de la calle esperándome, pero con una condición: nadie puede ver que estás conmigo. Tiene que parecer que estoy sola”.
Después de explicar todo e insistir muuucho, él aceptó mi plan.
Al día siguiente a la hora de la salida, fui con mi amiga Silvia hasta la puerta del colegio, pero esta vez pasé de largo por el ómnibus de la escuela y fui con ella hasta la salida. Ella se sorprendió al ver que estaba saliendo del colegio sola, ¡pero sólo Dios sabía cómo mi corazón latía fuerte! ¡Estaba temblando como una hoja! Jajaj
Todo el tiempo pensaba: -“¿y si mi papá se atrasa? ¿Y si olvidó la hora? ¡Ay, mi Dios! ¡Estoy frita si mi plan falla!!! L
Salí del colegio y discretamente vi a mi padre del otro lado de la calle, ¡ah, qué alivio!
Fui caminando con ella jactándome: – “Viste, Silvia… ¡yo voy sola para casa!”
Y ella respondía: – “¡Caramba, estoy sorprendida!”.
Ella ni imaginaba que yo caminaba, pero sólo mirando para atrás muriendo de miedo de perder de visa a mi padre.
Después de despedirme de ella, llamé a mi padre y fuimos juntos a casa (con él guiándome, ¡claro!).
Amigas, vean la vuelta que di y cómo podría haber terminado mal, simplemente porque no quise reconocer que no sabía hacer algo.
A veces has actuado así. Con miedo de lo que tus amigos vayan a pensar,  has caído en la moda de “quedar” con alguien, besar a cualquiera, probar cigarrillo, bebidas, has hecho cosas con las que ni siquiera te sientes cómoda, simplemente por vergüenza de expresar quién eres en realidad.
La verdad es que “bobos” son los que actúan como lo hice yo. Los sabios de verdad no se intimidad delante de la presión de nadie. Ellos son definidos.
Besitos
Por Raquel Ouverney

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