Ayuno de Daniel- Teens

Obispo, cuando era una niña quería enviarle una carta a una amiga, sin embargo no tenía dinero para comprar el “sello”. Pensé rápidamente y arranqué el sello de una vieja carta y se lo pegué a la mía. Pensé que mi “problema” estaba resuelto. Corrí hasta el buzón, deposité mi carta y volví con la sensación de “misión cumplida”.
Algunos días después, para mi decepción, el cartero apareció en mi casa. Devolvió mi carta y me explicó que cada sello es “único” y tiene su fecha de validez.
Pensé en el motivo por el cual el Espíritu Santo es llamado Sello de Dios, e imaginé si fuésemos como una carta dirigida al cielo. Si el sello estuviese vencido, no llegaríamos al lugar deseado. – y enviar una carta sin sello tampoco se puede.
Cuando Jesús vuelva y le pida a los ángeles que recojan a los escogidos, los ángeles serán como carteros: solo llevarán las “cartas” selladas correctamente, las cartas identificadas por el sello de DIOS, el propio Espíritu Santo. O sea, no existe Salvación sin estar sellado.
Espíritu Santo: ¡la garantía de la Salvación! Quien Lo tiene hoy, canta “¡AH, QUÉ DÍA!” Quien Lo garantice hasta el regreso de nuestro Señor, cantará “¡AH, QUÉ ETERNIDAD!”
Bruna Oliveira- Blog obispo Macedo-

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