Haz lo que yo digo y también lo que yo hago



Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza, así como un padre desea que su hijo lo tenga como modelo. Lo que sucede en la relación familiar es que los hijos tienden a imitar a los padres, que son las referencias más cercanas y personales de los niños, mientras están comenzando a descubrir y a entender el mundo, y formando su propia personalidad. 

Los hijos, naturalmente, buscan reproducir lo que el adulto hace, en el caso, el padre y/o la madre, papel que también puede ser responsabilidad del hermano mayor, de los abuelos, de los tíos o de los tutores. Lo más importante es estar consciente de que ellos siempre estarán mirando al adulto y la manera en que se comporta delante de muchísimas situaciones. 

El comportamiento de quien es un referente para el niño determinará lo que entenderá como correcto o equivocado, cómo va a tratar a otras personas y cómo enfrentará los desafíos en la vida. Por ejemplo, en una situación de estrés en el tránsito, si el adulto ataca verbalmente o hace gestos inadecuados, el niño entenderá que eso es lo correcto. 

Aprendiendo por observación 

Los niños aprenden observando. Cuando pensamos que están inmersos en el mundo de los juegos infantiles, en realidad lo están, pero también están atentos a lo que sucede a su alrededor, prestando atención a todo, para poder entender y después imitar, porque quieren aprender a actuar y a reaccionar delante de la misma situación, en caso de que le suceda a ellos. 

Por eso es tan importante reflexionar sobre la manera en que, principalmente, el ejemplo de los padres puede influenciar la vida de los hijos. Lo ideal es seguir el siguiente lema: “¡Haz lo que yo digo y también lo que yo hago!” Por ejemplo, no sirve de nada si lo reta por gritarle a su compañerita si es usted el primero que habla alto dentro de casa. Los padres deben ser el principal modelo de sus hijos, y poner en práctica todo lo que creen y defienden como correcto. 

La armonía familiar, la buena conducta delante de las adversidades, el cariño y mucha atención son factores que claramente ayudarán a padres e hijos a desarrollar una relación recíproca saludable, y en comunión con Dios, a fin de cuentas fuimos hechos a Su semejanza. 

Que Dios les bendiga! 

Fuente: Arca Universal

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